miércoles, 6 de marzo de 2013

SOMBRAS EN SUS OJOS.

La sala permanece en penumbras
bajo la única luciérnaga de luz que aún enciende
de la hermosa lámpara del resquebrajado cielo raso.

Todo se ha ido paulatinamente alejando de ella
incluyendo los remedos y hasta los finos muebles.
Emigración que se hace inevitable hacia otros espacios.
Sofás, loza francesa, mantel de organza
combinaciones bellas con aroma de añoranzas
que sus hijos arrestan para sí, huérfanos de vergüenza.

Sus ojos de anciana fijos a una lejanía inexistente, ya vacía.
Quejidos dolorosos, angustias que la adormecen,
de un alrededor pálido, lúgubre, decadente de recuerdos.
Su cuerpo marchito,
aminorado en soledad por su gato romano,
quien hace esfuerzos por dedicarle sus afanados ronroneos
…….Sonríe, siente calma.

La vida se le escapa de las manos entre pliegues vetustos
sin más consuelo que los que le entrega su familia,
envueltos en cariño de migajas, con cinta luto tono esperanza.

Las visitas cual interés balbucean su cínica preocupación.
Más , María, quién acicala su cuerpo enjuto, alimenta
su alma endeble, carcomida en las nostalgias de un ayer
primoroso y autovalente.
No reniega....se atormenta sin poder expresar más que su única molestia.

¡No crean que por ser pobre y sin letras pago de ingrata!

Ella tiene sombras en sus ojos, soledad de espacio que hace ausencia,
tristeza incontenida, tal vez resignada, menguadas por el tiempo.

¡Sí, le hacen falta muchas cosas, todas sus cosas!

Su mesa, los cubiertos, remedios, libros en la biblioteca…
Se han llevado todo, hasta su silencio que se hace hoy, perpetuo.
El alma siente, aún en la ceguera ...
...Y los ha visto a todos... sin verlos.

Agatha Miguel Seixas ©

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